LUCA SIGNORELLI
CAPILLA DE SAN BRIZIO, CATEDRAL DE ORVIETO
(1499-1502)
El
5 de abril de 1499, Signorelli firmó un contrato con la catedral de
Orvieto por el que debía pintar las dos secciones que faltaban por
decorar en el techo de la Capilla de San Brizio, construcción gótica
deatada alrededor de 1408. En el verano de 1447, Fra Angelico, asistido
por Gozzoli y otros artistas menores, había pintado el fresco de los
Profetas en una de las secciones triangulares del techo y a Cristo Juez
en la otra. Medio siglo más tarde la tarea de Signorelli era completar
la decoración al fresco iniciada por Fra Angelico. Los administradores
de la catedral habían pensado en otros artistas antes de contratar a
Signorelli, como Perugino y Antonio da Viterbo, llamado Il Pastura.
Finalmente decidieron contratar a Signorelli porque lo hacía por menos
dinero y porque tenía reputación de ser más eficiente y más rápido que
otros artistas. El contrato se refiere a él como el artista que había
pintado “Multas pulcherrimas picturas en diversis civitatibus et presentim Senis” (muchas hermosas pinturas en diferentes ciudades y especialmente en Siena).
Signorelli
respetó los términos del contrato y trabajó a una velocidad tal, que
incluso los administradores de la Catedral se debieron quedar
sorprendidos. Un año después de la firma del contrato, el 23 de abril de
1500, los frescos del techo estaban terminados y el artista fue capaz
de mostrar a sus clientes los bocetos de los frescos de las paredes
laterales. El contrato para estas nuevas pinturas se firmó un par de
días más tarde: recibió 575 ducados por esta segunda fase. En 1502 el
ciclo de frescos estaba terminado, aunque Signorelli siguió recibiendo
dinero hasta 1504.
En
lo que se refiere al contenido, es uno de los temas más importantes de
la iconografía cristiana. Es probable que en los frescos del techo (El
grupo de apóstoles, ángeles, profetas, patriarcas, Doctores de la
Iglesia, mártires y vírgenes) Signorelli simplemente completara el
programa originalmente ideado por Fra Angelico. Pero los frescos de las
paredes laterales, aunque el tema habría sido planeado de acuerdo con
los administradores y los teólogos de la Catedral, son el producto de la
fértil imaginación de Signorelli, inspirados en el Apocalipsis y La
Divina Comedia de Dante Alighieri.
Los
frescos de Signorelli en Orvieto están llenos de humor, invenciones
grotescas, alusiones eróticas y bromas obscenas, y no hay necesidad de
hacer referencia al espíritu profano del Renacimiento para explicar
esto. Por el contrario, estas escenas encajan muy bien con la idea de la
Catedral como “mundi theatrum” (teatro del mundo), como el reflejo de
todo el universo, y están inmersas en el espíritu de las obras
religiosas de su época. Básicamente, ni Signorelli ni sus clientes
querían dejar de narrar estas historias con cierto toque de humor, con
ese estilo típicamente italiano basado en detalles humorísticos e
imaginativos. Pero esto no invalida la verdad dogmática de las profecías
relacionadas con el fin del mundo, que, sobre todo en aquellos años
turbulentos, se veían como una amenaza aterradora. Se comprende que
Miguel Ángel se mostrara muy interesado en estos frescos, pero no imitó
la obra de Signorelli, como Vasari nos quiere hacer creer, ya que la
espiritualidad y el contenido moral del Juicio Final de la Capilla
Sixtina no tiene absolutamente nada en común con la representación
teatral de Orvieto. Miguel Ángel encontró en estos frescos un repertorio
iconográfico útil, un catálogo de inventos sorprendentes e inusuales.
La bóveda de la Capilla de San Brizio contiene un conjunto de frescos que fueron comenzados por Fra Angelico y completados por Luca Signorelli. Por encima de la pared del altar está Cristo como Juez del Mundo flanqueado
a su derecha por un grupo de profetas encabezados por Juan el Bautista
y a su izquierda por los apóstoles con la Virgen.
Las paredes laterales están cubiertas con siete escenas:
- el Sermón y las obras del Anticristo.
Es
muy probable que las obras del Anticristo hagan referencia a
Savonarola, el fraile dominico ahorcado y quemado en la hoguera en
Florencia el 23 de mayo de 1498. En una ciudad 'papista' como Urbino, y
en el caso de un artista como Signorelli, protegido por los Medici y que
pensaba que había sido víctima de la persecución del gobierno
democrático florentino (hecho que aprendemos de Miguel Ángel), esta
identificación de Savonarola con el Anticristo es muy plausible; también
se inspiró en un famoso pasaje de la Apología de Marsilio Ficino,
publicado en 1498, donde el monje Ferrarense se identifica con el falso
profeta.
Signorelli
nos da una interpretación convincente de la atmósfera siniestra y
misteriosa evocada en las profecías de los Evangelios. Contra un vasto y
desolado fondo, dominado a la derecha por un edificio de estilo
clásico, y representado con una perspectiva distorsionada, el falso
profeta se encuentra difundiendo sus mentiras y su mensaje de
destrucción. Tiene un rostro que evoca el de Cristo, pero es Satanás
(retratado detrás de él) quien le dice qué decir. Las personas a su
alrededor acumulan regalos a sus pies, han sido corrompidos por sus
iniquidades.
A
la izquierda en primer plano vemos la representación de una masacre
brutal, una joven que vende su cuerpo a un viejo comerciante y un grupo
de hombres que escuchan atentos al Maligno. En el fondo de esta escena
se mezclan todo tipo de horrores con eventos milagrosos. Por un lado el
Anticristo ordena la ejecución de un grupo de hombres y por otro
resucita a un hombre anciano; mientras que un grupo de clérigos,
apiñados como una ciudadela fortificada, resiste las tentaciones
rezando. Por último, arriba a la izquierda, Signorelli nos muestra cómo
el tiempo del Anticristo se acaba, con el falso profeta arrojado desde
el cielo por el Arcángel San Miguel junto con todos sus seguidores
derrotados y destruidos por la ira de Dios.
Esta
escena es la obra maestra de todo el conjunto, por lo menos en términos
de originalidad, contenido y ejecución. Signorelli se incluye a la
izquierda junto con un monje (tradicionalmente identificado como Fra
Angelico), se encuentran fuera de los acontecimientos como espectadores.
- la Destrucción del Mundo.
De
acuerdo a la predicción de las Escrituras, la llegada del Anticristo
tendrá lugar inmediatamente antes del fin del mundo, en los últimos días
en los que “se oscurecerá el sol, la luna no tendrá resplandor y las
estrellas de los cielos caerán, y las potencias que están en los cielos
se conmoverán" (Marcos 13: 24-25).
En
la pared lateral derecha del arco de entrada describe los primeros
signos del Apocalipsis, que fueron objeto de profecías desde los tiempos
más remotos. En primer plano, en la parte inferior de la pintura, el
rey David y la Sibila, como testigos de Dies Irae (ira de Dios). Las
estrellas palidecen e incendios y terremotos barren la tierra, la guerra
y el asesinato se extiende por todo el mundo.
En
la pared lateral izquierda del arco de entrada a la capilla se relata
el epílogo de esta catástrofe anunciada en el Apocalipsis.
Los
demonios representados como horribles murciélagos se elevan en un cielo
oscurecido e inundan tierra con sus flechas incendiarias; los últimos
supervivientes caen bajo sus disparos amontonándose como muñecos rotos.
- La Resurrección de la Carne.
Este
fresco se encuentra en el primer arco de la pared derecha y, junto a
los que le siguen, muestra como Signorelli da rienda suelta a su
inventiva. Un ingenio que, como dijo Berenson, lo convirtió en uno de
los más grandes ilustradores modernos.
A
pesar de los recursos retóricos, las artimañas teatrales y los detalles
inventados, y a pesar de que en este caso muestra limitaciones en su
dibujo y en su uso del color, limitaciones reconocidas por todos los
críticos modernos, no se puede negar que nunca antes en el arte italiano
se habían visto figuras con esta fuerza.
Vistos
en conjunto los frescos de la capilla Orvieto dan una impresión de
hacinamiento y confusión que está lejos de ser agradable. Pero tenemos
que mirarlos en detalle, de forma individual, con el fin de captar la
grandeza de Signorelli el "ilustrador" y el "inventor" y así justificar
las palabras de Berenson. Véase, por ejemplo en esta escena la figura
macabra pero hilarante del hombre desnudo, de espaldas al observador,
que mantiene una conversación con los esqueletos; o los cráneos que
emergen a través de las grietas del suelo, entran en sus cuerpos como si
fueran un traje y se convierten en seres humanos una vez más.
Probablemente
este fresco fue el que más atrajo la curiosidad de Miguel Ángel, las
escenas con demonios y otras figuras imaginarias, escenas que muestran
el temperamento excéntrico, la ironía y el humor macabro de Signorelli.
De
nuevo hemos de fijarnos en los detalles en este amontonamiento de
cuerpos desnudos en posturas forzadas y rostros libidinosos. Entre la
multitud vemos de nuevo a Luca Signorelli que se ha retratado como un
diablo con un solo cuerno en medio de la frente, que agarra a una
hermosa rubia que parece que pierde el sentido.
No
podemos dejar de imaginar que este autorretrato, bastante inusual, debe
hacer referencia a algún episodio de la vida privada del pintor, algo
de lo que no sabemos nada, pero que debe haber sido de conocimiento
público en Cortona y Orvieto.
Probablemente
se trate de una mujer que fue infiel al pintor, y de hecho, si miramos
con atención podemos ver que se trata de la misma mujer retratada sobre
el demonio volador,
así
como la mujer tirada de espaldas y agarrada por detrás por otro
demonio, e incluso como la prostituta que recibe dinero del viejo
comerciante en la escena del Sermón del Anticristo.
No hay duda de que la representación de los elegidos es mucho menos convincente que el fresco de los Condenados.
A
pesar del estudio preciso del cuerpo humano, su descripción del Paraíso
no es más que un catálogo convencional de buenos sentimientos.
- El Paraíso y El Infierno.
Estos
frescos se encuentran en la pared del altar de la capilla: Los Elegidos
llamados al paraíso (izquierda) y los condenados sumidos en el infierno
(derecha). En las troneras o laterales de la ventana representa dos
ángeles y los santos Brizio y Constancio, mientras que en las troneras
de las puertas que se abren en los laterales del altar representa en un
tondo al arcángel Miguel y con un demonio (izquierda) y al arcángel
Rafael con Tobías (derecha).
La representación de los salvos se nos muestra edulcorada y poco imaginativa.
Sin
embargo, la escena de los condenados la realiza de manera casi
surrealista, la barca de Caronte llega por el río, mientras una multitud
de figuras desnudas compiten por el espacio mientras caminan a lo largo
de la ribera del Aqueronte, con un espléndido grupo en primer plano:
un
hombre que grita horrorizado mientras es golpeado por Minos
(reminiscencia de una figura Pollaiolo). Miguel Ángel quedó fascinado
por esta escena de crueldad e hizo un dibujo de ella.
Una
reciente restauración de la pintura de las paredes del altar ha dejado
al descubierto esta imagen de un hombre tendido en el suelo mordiendo su
mano que se cree representa a Caín. De hecho, morderse la mano es el
símbolo tradicional de la envidia, uno de los siete pecados capitales.
Esto viene confirmado por el medallón de la decoración grutesca que hay
debajo y que muestra la escena de un crimen y el arma utilizada es una
quijada, la misma que uso Caín para matar a su hermano Abel.
La parte inferior de las paredes está decorada con grutescos y bustos de filósofos y poetas junto
a representaciones monocromas representando sus obras, así como otras
ilustraciones de la Divina Comedia. Parece que se inspiró en la
decoración que, en 1494, realizó Pinturicchio en el Apartamento Borgia
en Roma.
Los
bustos de filósofos y poetas son símbolos de la razón y los valores
morales, que son los únicos instrumentos que el hombre puede utilizar
para mantener en jaque a los poderosos instintos animales de su
naturaleza y así alcanzar las esferas superiores del espíritu.
Esta
parte, aparentemente de menor importancia, que fue pintada en gran
medida por los ayudantes de Signorelli y contiene aportaciones
fascinantes que alcanzan alturas extraordinarias de expresividad. El
artista da rienda suelta a su imaginación en los grutescos, y el
resultado es sólo comparable a las escenas que Filippino Lippi estaba
pintando, más o menos al mismo tiempo, en la Capilla Strozzi de la
iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia.
El único entre los filósofos y poetas que se puede identificar con certeza es Dante Alighieri,
acompañado
por algunos de los ejemplos más bellos y famosos de los monocromos son
de episodios de la Divina Comedia, en su mayor parte del Purgatorio.
La
imagen que se encuentra en el revestimiento de madera a la derecha de
la entrada muestra en un tondo a un hombre joven con un turbante,
identificado como Empédocles, el filósofo griego (c. 490-430 a C), que
se asoma por la ventana para ver el Apocalipsis. En unas pequeñas
tabletas situadas entre los grutescos se pueden ver las iniciales "LS"
del pintor.
El Poeta Estacio.
Si
observamos cuidadosamente la decoración de los grutescos: los cuerpos
desnudos en una increíble variedad de poses, o la violencia (que
Scarpellini ha comparado con la pintura de acción) con la que los grupos
de tritones y náyades recorren el follaje como si de una corriente
eléctrica se tratara, realmente podemos empezar a entender el talento de
Signorelli como dibujante.
La
decoración en general se completa en las jambas de las ventanas y en la
pequeña capilla en la pared del fondo con las figuras de los arcángeles
Rafael (con Tobias), Gabriel y Miguel (que pesa las almas y somete al
diablo), el obispo San Brizio y San Constante,
la
Lamentación sobre Cristo muerto y los Santos Pietro Parenzo y Faustino,
que están enterrados en esta Iglesia. En la clave se representa a
Judith con la cabeza de Holofernes.
Autorretrato con Niccolo d’Angeli Franceschi
(1500-1503, fresco, Museo dell'Opera del Duomo, Orvieto). Esta pintura
está realizada sobre un ladrillo que en la parte posterior contiene una
inscripción alabando a Signorelli como pintor de la Capilla de San
Brizio. Niccolò d'Angeli Franceschi fue el camerario, que se encargaba
de la custodia del tesoro, de la Catedral de Orvieto entre 1500 y 1501.
El medio inusual y la inscripción sugieren que este retrato fue
realizado como recuerdo personal para el camerario con motivo de la
finalización del proyecto de la capilla.
(Fuente: http://arteinternacional.blogspot.com.ar/2015/09/pintura-del-quatrocento-luca-signorelli.html?m=1)